29 de marzo de 2010

Reacciones ante una tocada de culo con alevosía (Historia nº 1)



Aunque nunca he sido “víctima” de algo así, sí que tengo amigas a las que les ha pasado y me han contado sus historias para que quedaran grabadas para la posteridad. De momento tengo tres diferentes, y os las iré contando poco a poco.

En esta entrada reproduzco casi íntegramente el relato de la protagonista, una compañera de trabajo, realizado en plan sesión de psicoanálisis con bocata de jamón en la oficina, delante de todos los compañeros (dos mujeres y tres hombres, creo recordar), yo tomando notas en una libreta en plan mujer-periodista. Ahí va....

Historia nº1: Mujer tipo joven-casada-feliz-en-su-matrimonio

Sicilia 1915... (Esto fue una parida de alguno de los presentes...).

Salía yo de trabajar, sobre las tres, y me cruzo con un tío. Hay un contacto visual previo. Vamos, que me mira raro. Iba vestido de basurero y con una gorra roja. Pensé "Me está pegando un repaso", y cincuenta metros más allá, llega el “momento contacto físico”. ¡Atención! Desde las rodillas hasta el culo, con la palma de la mano hacia arriba, o sea.... ¡en pleno chichi! Me giro creyendo que era una compañera de trabajo, y pensando "Joder Eva, cómo se pasa", ¡y me encuentro de frente con el basurero de la gorra roja! que me dice "¡¡¡Qué cuuuulo!!!" (así como con voz de estreñido), y se gira y se va paseando tan tranquilamente.

Y yo ahí, en medio de la calle, gritando "¡Guarro, hijo de puta, cerdo, cabrón, etc....!" y pensando "¿voy detrás? ¿le pego? ¿no le pego?” Total, que me fui al coche, se me cayó el bolso, las llaves, unos nervios que me moría, y llegué a casa como pude.

Y ahora viene algo que me cuesta mucho decir......... (gran expectación entre los oyentes........). ¡Mis pantalones estaban mojados! (En ese momento, grito unánime de las tres mujeres presentes en la cocina: ¡¡¡AAARRGGGHHHH!!! Los tíos se descojonaron).

No sé de qué estaban mojados y prefiero no pensarlo.... Mi marido llamó a un amigo policía que vino enseguida y me preguntó:

-          Policía: ¿Cómo era?
-          Yo (o sea, mi amiga): Llevaba una gorra roja.
-          Policía: Vale, típico de las mujeres, les preguntas como es y te dicen cómo va vestido.
-          Yo (mi amiga, en su cabeza): (¡Joder con el tío!).
-          Policía: "Lo de la gorra roja es muy típico, se la ponen para que no te fijes en su cara”.

Lo buscamos varios días, pero no lo encontramos por ninguna parte.


MORALEJA: ¡Cuidadín con los que llevan gorra roja y te miran raro!

28 de marzo de 2010

El Oso Panda y yo...

Hoy iba a contaros una historia, pero haré un paréntesis para confesar públicamente mi manía más grande. Todo esto viene a raíz de varios post de amigos blogueros. Empezó L con una lista de sus manías y yo conté un par mías, pero no encontré gran cosa, luego siguió Ellette, y al final Kobal hizo su lista. Comentando en su blog caí en la cuenta de una de mis manías, así que lo confieso públicamente: “tengo 42 años y duermo con un oso panda de peluche”, y es este:


Tiene una explicación lógica… Como algunos ya sabéis, mi marido pasa temporadas largas fuera de casa por su trabajo, así que cogí primero la costumbre de abrazarme a su almohada, pero era poco manejable, así que un día se me ocurrió coger el oso (me gustan mucho los peluches y los he coleccionado durante años). Y nada, se ha convertido en uno más de la familia, cuando viene mi marido somos tres en la cama: el oso, el churri, y yo. Y como le contaba a Kobal, está perfectamente integrado: cuando me levanto para ir a trabajar, le dejo el oso a mi marido y le digo “coge al bebé”. Y que conste que se ha aficionado, eh! se agarra al oso en cuanto se lo dejo.

El problema es que ahora mismo tengo un dilema… Mañana nos vamos de vacaciones a Nueva York (que el churri me cuida mucho y me invita por mi cumpleaños), ¡pero yo ya no sé dormir sin el oso! En diciembre me invitó a un SPA (sí, después del cumpleaños de mi hijo, ese día tan horrible…) y el oso vino con nosotros. Me da un poco de vergüenza confesarlo, pero es así… De hecho, durante el día lo escondía en el armario para que no lo vieran las que hacen la habitación… qué vergüenza…

Pero ir a Nueva York con el oso panda es otra historia. Me dice el churri, que es muy melodramático él, que a lo mejor creen que llevo droga en el oso ¡y lo rajan allí mismo para comprobarlo! ¡Joer! ¡Si sólo es un oso! Y digo yo que le pueden hacer un escáner de esos, ¿no? Por si las moscas creo que me compraré allí un sucedáneo y me lo traeré de recuerdo, aunque no será lo mismo…

21 de marzo de 2010

"Soy una mala madre"








"Soy una mala madre"
… eso al menos es lo que te repite a menudo tu conciencia cuando trabajas diez horas diarias de lunes a jueves, salvo el viernes, que solo trabajas por la mañana pero por la tarde te tiras en el sofá en estado semicomatoso, con lo que a efectos prácticos es lo mismo. Así que llega el cumpleaños de tu hijo y dices: “Este año me voy a redimir”, y le preparas “El Completo”, cumpleaños y noche de amigos, que se queden dos a dormir en casa. Inocente…

Al terminar “el evento” quería cortarme las venas, pero opté por el Plan B: mi momento “Mahou” mientras escribía acerca del fenómeno paranormal que acababa de vivir, tratando de encontrarle algo divertido (lo cierto es que al terminar, me había reído varias veces y me parecía una historia surrealista de esas que ves en televisión y piensas “qué imaginación tienen algunos guionistas”).
Os dejo con el relato de ese día tan trágico…


NOTA: Esto ocurrió en diciembre. Aunque parezca que está escrito ahora, he preferido dejarlo tal cual lo escribí en aquél momento.

Llega el día del décimo cumpleaños de tu hijo y te lo montas bien y fácil, en plan mujer-práctica. Compras unas pizzas en el restaurante de la esquina, despejas el salón para que se monten la fiesta con la Wii, pones una mesa con el picoteo y la bebida (Fanta y Coca-Cola sin cafeína, no se vayan a poner nerviosos), y van llegando. Solo chicos, claro, las niñas todavía son tontas. Tú, mujer-ingenua además de práctica, planeas para ti una tarde tranquila: te preparas la habitación de al lado, coges un buen libro, enciendes el portátil, tienes Internet, “de vez en cuando me asomaré a controlar como van”. Inocente…

Llega el primero. Todo bien, es de la casa, lo conoces desde hace años. Un poco raro el niño, porque es así como precoz, parece un chico de catorce en un cuerpo de diez años, pero vale. Llegan dos más. Uno que es más que de la casa, a la madre la conoces “de toda la vida”, o sea desde la preparación al parto, y como de la vida-de-antes-de ni te acuerdas, pues de toda la vida. El otro es nuevo. Uhmm… Tiene cara de “listo”. Aparece El Simpático. Este es de los que se queda a dormir, él y El Alto. El punto y la i, parecen. Y faltan dos más, de los de siempre. Hasta ahí todo bien.

Son las tres y todo parece controlado, porque, vamos a ver, ¿cómo no voy a controlar a siete individuos cuyas edades suman setenta años? Inocente… De repente El Nuevo pasa por delante de mí hacia la habitación de al lado, y oigo un grito desgarrador por la ventana:

“AHHHH!!!! NO QUIERO VIVIIIIIIIIR!!!!!!"

y vuelve a pasar corriendo por delante de mí hacia la ventana del salón para ver si algún vecino se asoma a ver al suicida. No me lo puedo creer… Me quedo literalmente de piedra, analizando la posibilidad de tirarlo de verdad por el balcón. El Nuevo, era El Nuevo, cómo no.

En ese momento empiezo a intuir la catástrofe, ¡tengo un elemento incontrolado que me va a joder la tarde!. Intento poner orden con cara de lobo, nada fingida, por supuesto, y amenazo con llamar a la madre del que haga idioteces y decirle que se lo lleve de mi casa. El Nuevo me mira como diciendo ¿tú-que-me-dices-a-mí?, y para tratar de imponer más, les digo “si alguien no me cree, que le pregunte a mi hijo si su madre hace o no hace lo que dice”. Pá chulas, yo. Y El Nuevo, cómo no, le pregunta: ”Oye, ¿tu madre hace lo que dice?”. Y mi hijo, con cara de susto, simplemente asiente con la cabeza. Menos mal, todavía tengo autoridad, aunque sea una mala madre.

Y con la comida empieza la guerra. La Wii echando humo, todos con las Nintendos, la tele a toda leche (y mi churri que me había dicho “ponles el surround, para que se oiga mejor”. ¡Si el surround lo llevan puesto ellos, que viene de serie!), gritos, insultos, tacos (el Nuevo, por supuesto). Pero eso sí, la Coca-Cola sin cafeína, no se vayan a poner nerviosos… (¡¡¡CAGÜENLALECHE!!!). Me escapo a la habitación de al lado, intento leer, pero con ese ruido, que no me oigo ni los pensamientos, cualquiera lee. Tío! Se lo van a follar!”. Es El Nuevo. Diez años, eh…

Y me llama mi churri desde Sudán. “¿¡Pero qué ruido es ese!?”. “Nada, los niños…”. Claro, no le puedo decir “¡Tu hijo con sus amigos!”, así como si tuviera él la culpa, porque como no es su hijo… Y empezamos a hablar de hacer un viaje, porque vuelve el lunes, después de dos meses fuera. Pero cualquiera habla, si cada dos por tres tengo que ir a poner orden entre la panda de energúmenos del salón, ¡que parece una taberna! Y mi hijo, que juro que es tranquilo, de vez en cuando grita desesperado “¡CALLAOS YA! ¡PARAD!”, que no sé si lo hace por los decibelios o porque su madre hace lo que dice. ¡¡¿Que no llamaré a la madre del nuevo, el jodío…?!! Pero no, me contengo y aguanto como una campeona.

Un par de horas después me vuelve a llamar mi churri. Y me dice: “¿Churri, y si nos vamos de viaje con Dani, a Eurodisney, por ejemplo?”. ¡¿QUÉEEE!? ¡Si lo que necesito es irme a un balneario! Le pregunto si se ha vuelto loco, y zanjo el tema. Vale que quiera mucho a tu hijo, ¡PERO TÚ LO QUE ESTÁS DESEANDO ES VOLVER A SER UNA MALA MADRE! En esos momentos es cuando te acuerdas de tu infancia, cuando tu padre tenía prohibido que fueran amigos a casa. ¡Y cómo le comprendes!

Se hacen las siete y llega el primer padre. Mala suerte, no es el del Nuevo. Se va uno que es un bendito. Llega una madre, pero tampoco es la del Nuevo. Allá a las ocho te llama la del Nuevo, y te dice “Oye, que no he podido ir yo, que irá mi marido. No tarda nada. ¿Se ha portado bien?”. Y tú: “Muy bien, tranquila. Al principio he tenido que poner un poco de orden, pero muy bien”. …¡Y desde luego tu hijo no vuelve a esta casa!... Pero eso te lo callas, claro.

Al final te quedas con el tuyo y dos más, y una vez eliminado el elemento perturbador, parece que se comportan. Sigues en tu papel de super-mamá, y les haces la cena. Pero tú creías que iban a cenar sólo tres, no seis. ¡Porque resulta que comen por seis! Empiezas preguntando:

“¿Cuántas hamburguesas queréis?”. “Yo cinco”, dice uno.

“Qué gracioso, el chico”, piensas tú. “Pues sólo hay cuatro y sois tres, así que una y media para ti y para el otro”. Porque tu hijo siempre toma una sola hamburguesa, así que no lo cuentas. Hasta hoy, claro. Esto es como aquel anuncio “si en casa nunca toma una segunda taza…”.

Preparas las patatas fritas, el ket-chup, tomatito cortado para que tomen verdura (que al final solo se come tu hijo), y sacas tres platos con una hamburguesa por plato. “La otra está en la sartén”, y vuelves al minuto con las dos mitades, y en eso tu hijo te dice “yo quiero también media”. ¡Anda éste!

En el tiempo de ir a la cocina y volver, resulta que se ha pulido cada uno la hamburguesa entera, y ante semejante voracidad les digo: “Si tenéis más hambre, hay pollo”. “¡¡¡¡SÍ!!!!”, dice el de antes. Pues nada, un trocito de pollo. Abres la bandeja de pechugas, y sales con una pechuga a la plancha, con la sartén en la mano, que solo te falta la cofia y el delantal. “Después de esta quiero otra”. Y tú le miras, incrédula. ¿Dónde se lo mete, si está hecho un pirulí? Y vas a hacer otra. Cuando vuelves, con la sartén en la mano, con tres pechugas, porque los otros también querían, que debe ser contagioso, preguntas, así con rintintín “¿No vas a querer otra, verdaaad?”, y te suelta “tú ve preparando otra, por si acaso”. ¡AAAAH! ¡Este niño tiene la solitaria! Esto no me está pasando a mí…

Empiezas a hacer otra, que ya habías envuelto para congelar, y vuelves al salón a ver cómo van. Nada más asomarte, te dice uno: “¿Está ya la pechuga?”. ¡No puede ser, se está terminando la anterior! ¡Le cuesta menos comérsela que a mí hacerla! Y va el otro y suelta “yo si hay más, también me comería otra…”. Y mi hijo: “y yo también”. Y el primero: Y yo también, después de la que estás haciendo”. Juro que es verdad, lo juro…

Menos mal que el lunes volveré a ser una mala madre.

Vuelvo con los dos miserables trocitos de pechuga que quedaban, y pregunto si les gustan las natillas. Tengo doce en la nevera, habrá suficiente. Pero no, al que más come no le gustan. Bueno, le gustan dependiendo del día, según le da, me explica, pero hoy no toca. Y luego dicen que somos las mujeres las que tenemos una personalidad inestable. Me pregunta si hay yogur, y me acuerdo de que ayer compré unos yogures especiales de chocolate, bio, naturales, un pastón en el Corte Inglés, para mi churri que viene el lunes de Sudán, y digo “¡NOOO! No hay yogures, lo siento”, y me voy a la nevera corriendo a esconderlos, ¡no sea que la abra y los vea! Es verdad, lo hice, y no me avergüenzo. Bueno, solo un poco.

Como se habían duchado antes de cenar, los mando a la cama. Les he cedido mi dormitorio para que duerman los tres juntos, en un colchón en el suelo y en mi cama de matrimonio, y una vez preparado todo se van al baño a lavarse los dientes. De repente escucho con horror:

“…Pues yo sé meterme el dedo en el culo, si queréis luego os lo enseño…”

No… He oído mal. No puede haber dicho eso. Pero sí, lo ha dicho, porque a continuación suelta:

“…¿alguna vez os habéis metido el dedo hasta el intestino grueso?...”

Me quedo literalmente con al boca abierta, expectante, ¡a saber lo que viene luego! Por suerte los otros no parecen muy entusiasmados con el experimento del culo, y pasan a otros temas chorras con las típicas risitas del pavo.

A las once y media consigo que apaguen la luz, y me voy al salón con una cerveza, ¡aunque lo que necesito es un copazo! Y ahí me quedo, escribiendo “Mis Memorias”, sábado por la noche, que mi amiga Roci, la cuñada buena, había previsto que fuera de “cenuki y taconazos”, ¡y mira donde estoy! Dos preadolescentes durmiendo en mi colchón de látex (pero les he quitado las almohadas buenas, porque soy mala y a ellos no les hacen falta…), y aparece mi hijo, que no puede dormir porque la cama del suelo es muy incómoda y hay uno que ronca, así que le digo “pues vete a tu cama, que yo dormiré en el salón”.

Total… Que es la una de la noche, la tele de la vecina se oye desde aquí porque está sorda y además la pared es una pared de mierda, a las siete me despertará mi hijo, y encima me toca dormir en la cama plegable del salón. Pero eso sí, yo ya he hecho penitencia hasta el año que viene,
¡Y A PARTIR DEL LUNES JURO QUE VOLVERÉ A SER UNA MALA MADRE!

19 de marzo de 2010

Hoy me toca a mí


Hoy voy a empezar por el final, para que podáis escuchar una buena canción mientras leéis el post. Como son Fallas, os dejo una canción dedicada a Valencia: "Dentro de ti", cantada por Revolver y Sole, de Presuntos Implicados. ¡Va por mi tierra! :D


Y ahora sigo con lo que toca... Como hace unos días recibí un premio (gracias Mo, gracias Ana, no sabéis la ilusión que me hizo…), ahora al parecer me toca premiar a mí, así que, como esto es una cosa muy seria, me lo he pensado bien y he aprovechado para darme una vuelta por vuestros blogs y “repasarlos” para poder premiar a cada uno por una entrada en concreto, aunque no me ha dado tiempo a leerlos enteros, para eso necesitaría un mes entero! Bueno, lo dicho, que esto va a ser como los Oscars: “El Oscar es para Fulanito por no-sé-qué”.

IMPORTANTE: Por mí no os sintáis obligados a nominar a más, que si no, no vamos a acabar nunca, e incluso vamos a cerrar círculos. Que luego nos vamos encontrando los mismos (de lo cual me alegro, porque al final es como si os conociera) y esto es un lío :D.

Antes de nombrar a los premiados, he de decir que esto de elegir solo a diez es una faena, porque los blogueros que sigo sois para mí como mis hijos, os quiero a todos igual (bueno, que yo tenga solo un hijo no cuenta, imaginaos que tengo más…), y encima cada día descubro nuevos blogs muy interesantes. Pero tengo que premiar a los blogs “divertidos”, y claro, no todos los que me gustan son para reírse, así que haré lo que pueda.

En fin, no me enrollo más! Allá voy…

El premio se lo doy a:


(Uy, que se me olvidaba poner la imagen del premio para que la gente lo coja...)












Martha por De compras...

Bueno... y le doy un premio "extra" a Alma Máter por su última entrada, que acabo de leer, las fotos no tienen desperdicio: ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh (si es que esto no se acabaría nunca, ¡me dan ganas de premiaros a todos!)

Y ahora, he decidido hacer yo también el meme que circula por ahí, que al final me han entrado ganas, oye! Que yo no sabía lo que era un meme hasta hace unos días, y ahora no paro de verlo. Así que vamos con el meme.

¿Cuánto tiempo llevas blogueando? Uff! Muchísimo… Unos dos meses.

¿Cómo te enteraste de la existencia de los blogs? Por mi hermano, que tiene uno desde hace mucho tiempo y no es un ignorante del ciberespacio, como su hermana.

¿Eres lector anónimo de algún blog? ¿Puede repetir la pregunta?... A ver, cuando sigo uno, me manifiesto, o sea, que no sigo ninguno a escondidas, y cuando leo, no siempre comento, aunque si comento, no lo hago como anónimo, me identifico. Uy, yo creo que esta pregunta tiene trampa…

¿Con qué cinco blogueros te irías de borrachera? Buf! Estoy mayor para borracheras, pero a unas cañitas me apuntaba con todos. Por supuesto, hombres y mujeres mezclados, que es más divertido.

¿Con qué bloguero pasarías una noche de locura sexual? ¡Churriiii! Hazte un blog…

¿Te has enamorado alguna vez de algún bloguero? Pues no…

¿Estás satisfecha con tu blog? Quitando que no me gusta mucho mi plantilla y he empezado a buscar otra por ahí, y tampoco encuentro “la buena”, pues sí, mucho. Sobre todo con la experiencia bloguera y la gente tan interesante que he encontrado.

Besos a todos, los premiados y los no premiados!

14 de marzo de 2010

Cómo se despide un tío y qué debes pensar



EL MITO DEL HOMBRE SIMPLE: Argumentos en contra (Parte 1)


Empecé este blog con el firme propósito de rebatir el mito del hombre simple, y hasta ahora he publicado tres entradas con argumentos a favor, así que al paso que voy, ¡no lo voy a rebatir en la vida! Por si alguien tiene curiosidad (y sobre todo, tiempo...), las entradas anteriores son estas: problemas de cobertura, los problemas de oido de los hombres (y otros...), y fenómenos paranormales en el gimnasio.

Vamos pues con algunos argumentos en contra...


Cómo se despide un tío y qué debes pensar

Después de una cita hay infinidad de posibilidades a la hora de despedirse, y entre todas, creo que estas resumen la mayoría de las situaciones que te puedes encontrar. Por si acaso es la primera vez que me lees, solo comentarte una cosa: muchas de las cosas que escribo en este blog reflejan las conclusiones a las que hemos ido llegando las amigas en los momentos de "terapia cervecera", y otras son solo mías. Por supuesto está todo escrito con mucho cariño y para pasar un buen rato, nunca con ánimo de criticar a nadie, que nosotras también tenemos nuestras cosas raras, y lo sabemos ;).

1) “¿Qué haces mañana?”, o cualquier cosa del estilo “¿Quedamos la semana que viene para cenar?”: Está claro, lo tienes en el bote, y el tema promete. En esta categoría la ganadora es “¿Vamos al cine mañana?”. Por alguna razón que no alcanzo a entender, para muchos hombres eso de ir al cine es algo como muy íntimo. Si te invitan a un cine, puedes estar casi segura de que después vendrá una cena, un fin de semana, y un cepillo de dientes en su casa. Aunque siempre hay excepciones, y puede tratarse de uno de esos hombres que emiten señales contradictorias y te vuelven completamente loca, que también los hay.

2) En el polo opuesto de la anterior está “ya nos veremos (por ahí)”. Ten claro que le verás, sí, pero seguramente irá con otra. No te amargues, en este mundo hay más hombres que peces en el mar.

3) “Estamos en contacto”. Traducción: Que sepas que esto es sexo sin compromiso, de aquí a la eternidad, y mejor no me llames tú. Esta es típica cuando te conviertes en comodina y pasas a formar parte de su parque móvil (para más información, ir a "Los comodines: Cómo manejarlos").

4) “Te llamaré” (a la vez que sale casi corriendo de tu casa). Traducción: No te voy a llamar, y mejor no me llames tú. Bueno, a lo mejor hay suerte y no está hablando en clave, así que en ese caso, te llamará, pero no es eso lo más probable, tenlo en cuenta.

5) “Nos llamamos” (lo repite dos o tres veces a la vez que te da algún abrazo y/o besito cariñoso). Traducción: Te llamaré, y tú también me puedes llamar.

6) “Te llamo seguro”. Sí, te llama seguro, puede que dos o tres meses después, pero te llama… Y a lo mejor hasta le gustas mucho, no creas. Ten en cuenta que el cerebro de los hombres no funciona como el nuestro, y puede que tenga verdadero interés pero vaya “muy liado” y tarde en llamarte. En mi caso, ese “te llamo seguro”, se convirtió en “vamos a casarnos” cinco años después. Si es que son todo un misterio…


Esto me hace pensar en un gran dilema: Cuando un tío te da su teléfono, ¿Cuánto tiempo debes dejar pasar antes de llamarle? Mmm… difícil difícil… Este es un tema muy debatido entre las amigas, y hay varias teorías:

- Si le llamas al día siguiente, puede pensar que te ha gustado mucho o que estás desesperada, o las dos cosas a la vez. Eso implica que se puede poner a la defensiva, de entrada, o un poquito chulito y en futuras citas ir “de sobrao”. En principio, no es muy recomendable.

- Si tardas más de tres o cuatro días en llamarle, puede pensar que la sobrada eres tú, y no hacerle mucha gracia, así que tampoco conviene hacerse la dura, porque es algo que puede volverse contra ti.

Mi opinión, tras varios años de batallas: Seguramente dos días sería lo menos malo, pero ¡qué coño! (con perdón) si te apetece llamarle al día siguiente, le llamas, y si se acojona, o se molesta, es que es un tío raro y más te vale saberlo desde el principio. Si es un hombre normal, le gustará encontrarse con una mujer sin rollos raros. Vamos, digo yo… Y si te corta un poco llamar, siempre puedes recurrir al mensajito, por ejemplo en plan rollo secreto “hola… sabes quién soy…?”.


Moraleja: ¿Quién dijo que las complicadas éramos nosotras? :D



NOTA INFORMATIVA: mi experiencia se reduce a hombres de entre treinta y cuarenta. Desconozco si los de veintitantos hacen lo mismo, y de los de más de cuarenta no tengo ni idea…



Hoy os dejo con una canción de lo más "guerrera".