Hasta ahora hemos sacado en claro una cosa: a los 40 se te cae la cara, aunque no de vergüenza, precisamente, esa la perdiste hace años. Así que nos la sujetamos como podemos, pero no nos tenemos que olvidar de la parte más visible: los ojos. Porque si lo de la cara es chungo, lo de los ojos es para echarse a llorar.
Lo normal es que el párpado superior se descuelgue, y el de abajo se hinche, y además todo se arrugue. Vamos, que como te descuides acabas pareciendo una tortuga! Y qué te pones? Una crema normal no, porque tiene que ser antialergénica o no se qué, y si no lo es te picarán los ojos. Además, tampoco te la puedes poner frotando, tiene que ser con golpecitos o círculos suaves no recuerdo en qué sentido, si el horario o el antihorario, que ya ves tú qué más dará… Si tu problema son las bolsas, tiene que ser en gel, pero si son las arrugas tiene que ser “de textura cremosa”. ¿Y si son las dos? Ni idea, ¡te cortas las venas!
Pero que no cunda el pánico, hay una solución para todo: la crema siamesa, como la de los labios. Tienes un tubito para la parte de arriba, y otro para la de abajo. Fíjate, ese lo tengo que probar. Y si no te aclaras con el masaje, tienes una que es roll-on, como el desodorante, y además es efecto hielo. Esa es la caña, me la regaló mi madre el año pasado: te la pones y se te congela el párpado, ¡a saber lo que lleva!
Porque hay que aclarar que el gel contorno de ojos, para que sea efectivo, tiene que estar en la nevera, o al menos eso te dice mi “estetisien”, entonces te lo pones cuando te preparas el desayuno: la leche, la mermelada, y el contorno de ojos. Lo normal, ¿no?
¿Y por la noche? Por la noche te pones una de doble lift, a ver si así los ojos se te caen menos, porque si la otra te quita las bolsas, qué vas a hacer con la piel que te sobre? Vamos, digo yo…
La cara ya la tenemos medio sujeta, así que habrá que ocuparse del resto. El pecho mejor míralo solo de pasada, y por supuesto nunca de perfil. A los 40 es cuando te empiezas a alegrar de tener pocas tetas, seamos sinceras. Porque si todo se cae, incluidas las tetas pequeñas, no quiero ni pensar las grandes. Así que por ahí pasamos una cremita reafirmante, de esas para todo el cuerpo, y arreglao. Luego te compras un par de sujetadores de los de doble relleno y acolchados, y aunque parezca que llevas una armadura, vestida quedas apañadita. Si la cosa se pone muy mal, mejor vas buscando un cirujano, porque aquí no hay milagros.
Si seguimos bajando, nos podemos encontrar de todo: barrigas, barriguitas, michelines, culo ancho, culo caído, culo prieto, culo blandito, piel de sobra, piel rota, algún abdominal perdido, celulitis,… la lista sería interminable y tampoco es plan de hacer aquí un catálogo de desgracias. Consuélate pensando que seguro que tienes algo en bastante buen estado, o en su defecto, fácil de recuperar. Lo mejor es que te centres en eso, y con un poco de maña y un vestuario inteligente, disimules los defectos y potencies tu atractivo ;).
Un caso aparte son las piernas, el eterno tormento de las mujeres. Si eres de las que tiene más moral que el alcoyano, puedes probar con la maraña de cremas anticelulíticas que hay en el mercado. Esto es algo así como cremas-para-la-cara-versión2. Ahora resulta que hay de día, de noche, en gel-fundente-que-remodela-y-esculpe, una que llaman “láser” para las cartucheras, otra con rodillos pequeños lipomodeladora-para-la-celulitis-incrustada (esta es la “pro”), una con rodillos grandes para cuando la celulitis se instala (esta es la “lifting pro”, para la celulitis que vive contigo hace años), en roll-on para las zonas rebeldes (que son todas…), un gel exfoliante para preparar la piel (que no olvidemos que está llena de células muertas, ojito), y ya me he perdido porque antes de entrar en Internet para documentarme, yo creía que solo había un tipo de crema anticelulítica, ¡y resulta que hay cientos!
Pero sin duda alguna, lo que más me ha impresionado es el Roll-On Vientre Plano, “la primera aplanadora para tu piel que gracias a su rodillo masajeador … bla bla bla… alisa y reafirma tu abdomen en un solo paso”. ¡Joder! ¡Pero cómo no lo va a alisar, si es una apisonadora! De verdad, juro que mañana vuelvo al gimnasio y me apunto a step, a spinning, o a body pump, que todavía no sé lo que es, pero suena bien, ¡lo que sea con tal de no usar más cremas!
Total, vamos a ver si nos aclaramos. Como el día tiene 24 horas, y diez las pasas trabajando (incluidos desplazamientos), siete durmiendo (en el mejor de los casos), dos entre comiendo y tirada en el sofá, una con tu hijo (sé que es poco, pero no doy para más…), dos con tu marido para que no se apague la llama (sexo incluido; pero no “dos horas de sexo”, no, que os veo venir…), una ocupándote de las labores de intendencia de tu casa (llamar al fontanero, vigilar a la chica, firmar las notas del colegio, etc etc etc), te queda una hora al día para:
Por la mañana:
- Ducharte.
- Ponerte la crema para el cuerpo (por supuesto reafirmante), o en su defecto el aceite Johnsons en la ducha, que es muy socorrido como solución exprés.
- Ponerte la crema de día, y si no tiene protección, la protectora encima.
- Ponerte el contorno de ojos.
- No te olvides del contorno de labios, el siamés.
- Ponerte crema en las manos (¿no había hablado de eso? Pues es super-importante, ¿qué te creías?…). Pero que no sea pringosa.
- Vestirte (parece una tontería, pero son 10 minutos más).
Por la noche:
- Limpiarte la cara con el jabón de rosa mosqueta o similar.
- Ponerte la crema antimanchas, y encima la de noche, o la lifting, o la doble lifting, o la que quieras, pero que te sujete la cara. ¡¡¡Y no te olvides del escote!!! Y si puedes te das una pasadita en las orejas, ya que estás…
- Ponerte el contorno de ojos (uno arriba y otro abajo, ya sabes…).
- Y el de labios, claro.
- Ponerte la crema de manos, pero la nutritiva para la noche, no una cualquiera. Y también la de los pies, que esa es diferente de la de manos, ¡eh! No hagas trampa ;)
- Repasar la lista de cremas por si se te ha olvidado alguna.
Eso sin contar con que tienes que hacer horas extra para:
- Ir a la peluquería.
- Ir al gimnasio.
- Leer.
- Escribir tus aventuras en el blog.
- Depilarte (mejor hazte la láser y te saltas este paso).
- Depilarte las cejas (suponiendo que te veas los pelitos rebeldes, porque con al vista cansada seguramente creerás que ya no te salen. Pero no, están ahí…).
- Exfoliarte (una vez por semana, por lo menos. La cara, el cuerpo y las manos).
- Hacerte la manicura (me muero de risa…).
Sí, sí, me estoy muriendo de risa literalmente. O eso, o me echo a llorar. Porque ya son más de las doce, no voy a dormir las siete horas de rigor para estar super-estupenda por la mañana, no me he puesto la doble-lift, hace siglos que no me exfolio, y la mitad de las noches hago novillos de cremas porque cuando me arrastro hasta la cama no me quedan fuerzas ni para una agüita rápida. ¿Pero digo yo que nuestros maridos/novios/hombres-en-general nos van a querer igual, verdad?
Decidme que sí… ;)