27 de noviembre de 2010

Aquellos maravillosos años


Este post es algo nostálgico y seguro que a los nacidos a finales de los sesenta y principios de los setente les traerá muchos recuerdos. A raíz de los comentarios del post anterior, donde se planteó una “controvertida” polémica acerca de Mazinger Z. Os iré dejando los enlaces al inicio de cada serie, por si a alguien le apetece echar una lagrimita, dibujar  una sonrisa, o sentir un cosquilleo en el estómago.

Empecemos por los dibujos animados. El contraste de los dibujos actuales con los de entonces es notable, y si no, veamos…

Heidi: Este fue probablemente el primer culebrón animado de la historia. Recuerdo que lo hacían los sábados (¿o era los domingos?) después del telediario del medio día, y lo veíamos toda la familia, sin excepción. El último capítulo, en el que la niña paralítica, Clara (y no Adelaida, como pensaba yo. Gracias Martha), se levanta milagrosamente de la silla, fue record de audiencia en la época. Si es que en aquellos tiempos, hasta nuestros padres tenían un puntito tierno.


Marco: Este vino justo después de Heidi, y aunque media España estaba pendiente de las aventuras y desventuras de Marco en busca de su madre, que había emigrado a Argentina para dar de comer a la familia, y claro, como no había Internet, ni móvil, ni ná, habían perdido a la pobre mujer, y se va a buscarla nada menos que el niño pequeño! No podía ir el mayor o el padre, tenía que ir el pequeño! A mí siempre me pareció un argumento de lo más surrealista, sinceramente.


Mazinger Z: Este son palabras mayores. Fue la primera serie de robots que se vio en España, y los personajes no tenían desperdicio: El Dr. Infierno, que era malo-malísimo; su lacayo el Varón Ashler, que tenía la mitad de la cara de hombre y la otra mitad de mujer; Sayaka (una chica un tanto pija que pilotaba el robot chica, Afrodita); Koji Kabuto, del que confieso haber estado perdidamente enamorada, y eso que era bastante macarra el chico, el típico macho alfa; Mazinger, un robot al que en cada capítulo le añadían un extra para derrotar al robot malo, que siempre tenía un nombre del estilo “Robot XKJ-16”; Afrodita, el robot chica, con su famoso “¡Pechos fuera!” (que al parecer es fruto de nuestras mentes calenturientas de la época, porque nadie a encontrado un vídeo donde diga la palabra “pechos”), a la vez que disparaba sus pechos cual torpedos. Esta fue sin duda una serie inolvidable, como sigue siendo inolvidable el grito “¡PUÑOS FUERA!” o “¡FUEGO DE PECHO!


La Abeja Maya: Este era muy entrañable, la verdad. Relataba las aventuras de una abeja curiosa y rebelde, Maya, que siempre se escapaba de la colmena para ver mundo. Yo me sabía las canciones de memoria, y no perdía ni un solo capítulo.


Vicky el Vikingo: Otro clásico. El niño listo y espabilado que se colaba en el barco de su padre, Olaf el Guerrero, que tenía más músculos que cerebro, y conseguía salvar al padre y su barco. El triunfo de la inteligencia sobre la fuerza, era un buen ejemplo para los críos.


Super Ratón y la Hormiga Atómica: Estos los recuerdos juntos, no sé por qué. Quizá porque eran más antiguos y del mismo tipo.


La Pantera Rosa: Sin duda, uno de los mejores personajes animados, que nos gustaba a todos en casa. La sintonía, de las mejores que he oído nunca.


El Coyote: ¡Ay, el Coyote! Un malo que se hacía simpático, obsesionado con el Correcaminos, inventando una trampa tras otra para cazarle, siempre con artilugios Marca ACME. Todo un clásico.


Los Picapiedra, con ese prototipo de hombre bruto, Pedro Picapiedra, muy adecuado para la prehistoria, y su gran amigo Pablo Marmol, con dos mujeres bastante más sensatas que ellos, como no podía ser de otra forma, jejejejeje, y un entorno hecho en piedra con una estética muy lograda.


Barrio Sésamo y Un Globo, dos Globos, tres Globos, que nos acompañaron durante años a la hora de la merienda, y el entrañable “Vamos a la Cama de la Familia Telerín, todavía en blanco y negro, que ponían a las nueve de la noche, si no recuerdo mal. Por alguna extraña razón, hace años que desaparecieron este tipo de programas.



Pero además de los dibujos, seguíamos con entusiasmo algunas series de televisión que hicieron historia. Entre las que más me marcaron están estas:

Los Hombres de Harrelson: ¡Buf! Cómo estaban los hombres de Harrelson! Recuerdo todavía una canción que cantábamos en el autobús del colegio, y que decía así: “Los hombres de Harrilson que bien que están, Steve me vuelve loca, qué barbaridad, el negro está camión, y Luca no se tiene de lo bien que está, y Harrelson me va, a los cinco me voy a ligar!”. Con diez años y pensando ya en ligarnos a los chicos.


Starsky y Hutch: ¡Vaya dos! Las chicas estábamos divididas entre el moreno y el rubio. ¿Y el coche? Ese peaso coche rojo supermacarra, que muchos copiaban:


Los Ángeles de Charly: Charly y su harén de chicas policía. La mayoría queríamos ser como la morena superguapadelamuerte o la rubia despampanante, ¡qué tiempos!




Faltan muchos, pero creo que están los más representativos de finales de los setenta, al menos los que más  huella me dejaron a mí. Fuimos una generación que creció con Eurovisión y el Un, Dos, Tres, con dibujos animados bastante inocentes, y entre series de televisión con poca violencia, o al menos violencia muy controlada. El concepto de “película de mayores” estaba más arraigado que ahora, y los famosos “rombos” nos daban una medida de la peligrosidad de la película. Si tenía un rombo a lo mejor había suerte y la podías ver, pero con dos rombos te ibas a la cama directo. Más tarde, vivimos la adolescencia con Verano Azul y El Coche Fantástico, La Bola de Cristal, V, El Equipo A, MacGyver… para nombrarlos a todos necesitaría un post aparte, o esto se haría muy largo.

Ahora nuestros hijos han visto casi todo a los diez años, y nos encontramos con niños en cuerpos de preadolescentes, que no saben si confesar que siguen siendo niños, o hacer como que son mayores. Y probablemente la culpa es nuestra, por no haber sabido rodearles de un entorno más acorde a su edad y a la realidad de su desarrollo. En fin, haremos lo que podamos para que no se pierdan en este mundo de mayores desorientados.

Hoy me ha dado la vena nostálgica, a veces me pasa, pero en el próximo post volveré al ataque, ¡no creáis! ;)

21 de noviembre de 2010

Lo que NO nos gusta a las mujeres


Hace poco, leyendo los comentarios de este post de Fiebre (Sustancias para poner cachondas a las mujeres), descubrí, por cortesía de Juanjo, un vídeo muy interesante. Es de un programa Argentino (Esa Bendita Costilla), en el que Fabio Fusaro nos cuenta qué cosas creen los hombres que nos gustan, pero que realmente odiamos.

Aunque sé que a veces hacéis trampa, porque ya me pasó aquí, os pongo primero el vídeo para que lo veáis antes de seguir leyendo, ya que lo bueno es verlo y escuchar lo que nos cuentan, yo me voy a limitar a comentar mi opinión:




Como ya lo habéis visto, os cuento. Al parecer no nos gustan:

Los gallitos de gimnasio: De estos hablé al principio del blog, en mi intento de desmitificar al Hombre Simple, aquí. No puedo hablar por todas las mujeres, pero yo diría que en general nos van los hombres más normalitos, por supuesto dentro de un orden. Digamos que machacarse en el gimnasio no va a hacer que tengas más éxito con las mujeres, y en eso estoy de acuerdo.

Los coches macarras y con la música a toda leche: Este tipo de coche nos cuenta el protagonista que es una prolongación del hombre, más concretamente del gallito de gimnasio, y no nos va nada. Nos dice que a las mujeres no les importa qué coche tenga el hombre, y bueno, creo que en general es así. Sí que hay un tipo de mujer a la que le importa el coche que tenga el hombre, pero no solo el coche, también la casa, la cuenta corriente, la ropa que lleve, donde la invite a cenar, etc, así que si quieres huir de ese tipo de mujer, no te arruines con el coche y así evitarás caer en las garras de mujer vampira.

Los hombres que empiezan a contarte lo mala que era su exnovia y lo que le hizo sufrir. Con esta estrategia pueden conseguir dos cosas: a) darnos pena y que nos lo tomemos como un reto, en plan “conmigo no le va a pasar, esa bruja no supo apreciar lo que tenía”, b) hacernos huir si somos de las que pensamos “por algo sería…”. Yo creo que empezar a rajar de la ex desde un principio nos pone más bien a la defensiva.

Los que preparan mucho el terreno en una primera cita, ya sea dentro o fuera de casa. Yo ahí coincido en que si te pasas, no es bueno. Mejor ser más tú mismo que montar un teatro completo, sobre todo porque si no te comportas de forma natural no vas a poder mantener esa actitud, y si la chica cae en la trampa, va a exigir ese nivel en el futuro, con lo que se pueden dar más adelante situaciones conflictivas.

Los hombres que se venden continuamente, contándote lo buenos que son. Según el experto, lo mejor es saber escuchar a las mujeres, cosa difícil porque somos insoportables, ejem… En este punto da pistas sobre cómo conseguir eso parecer interesados en lo que decimos, y solo diré que me parece que a la mayoría creo que les pillaríamos con el teatro, que para eso tenemos un sexto sentido, somos muy brujas ;).


CONCLUSIÓN DEL VÍDEO:

No nos gustan los hombres, según la presentadora. Pues creo queno es ninguna tontería: muchas mujeres buscan hombres que sean como mujeres, y, o yo me equivoco,  o eso no son hombres, no?

Nos gustan los hombres que son un desastre, pero muy solventes, según el experto. En fin… Yo esto me lo tomo a coña, pero pensándolo bien, creo que hay muchas mujeres que no sabrían que hacer con un hombre del que no pudieran quejarse todo el día. En cuanto a la solvencia, no está mal, desde luego, pero no creo que sea la condición más importante, ya que cada vez menos mujeres se plantean ser únicamente amas de casa.

Según yo misma: Nos gustan los hombres cariñosos, inteligentes, que hablen, que sepan escuchar, que nos sorprendan, que sean sensibles, viriles, les guste el sexo, trabajadores, divertidos, guapitos, con buena percha, independientes, que no sean posesivos pero se pongan celosos si nos mira otro, que conozcan al gran desconocido, … mmm, no sé si me dejo algo. Total, que cuando conoces a uno que “es como es” (vamos, lo normal), te empeñas en cambiarle para que sea “como tú quieres que sea”, y claro, así nos va…  Hasta que te vas haciendo un poco mayor (pero solo un poco, ¡eh!), y te das cuenta de que cada uno es como es y, o te enamoras de lo bueno y lo malo, o es mejor que sigas buscando.


Visto lo visto, se me ocurren dos preguntas:

Para vosotras: ¿Estáis de acuerdo? ¿Añadiríais o quitaríais algo?

Para vosotros: ¿Qué es lo que no os gusta que hagamos nosotras en un primer encuentro?

1 de noviembre de 2010

El clítoris, ese gran desconocido (Parte II: el sexo digital)

La primera parte de esta entrada (aquí) fue de lo más instructiva para mí porque los comentarios no tuvieron desperdicio. Para el que no los siguiera, hago un resumen rápido:

Tuve que aclarar que no tengo nada en contra de los barbudos, ¡Dios me libre! Cuando hice alusión a que convenía ir siempre bien afeitados, me refería a esa barbita de dos días que parece papel de lija, no a los hombres con barba. Rápidamente salieron varias féminas en defensa de las barbas-barbas. Aclaro que es que nunca he conocido íntimamente hombre barbudo, una tiene sus limitaciones :).

Parece ser que lo de soplar tiene su aquél, mira por donde. Había división de opiniones, pero al parecer un soplido suave, nada de huracanes, puede funcionar para ellos y ellas. Según nos cuenta Eva, queda muy bien unido a la técnica del collar de perlas, que nos explicó de forma muy instructiva. Desde ese día miro con otros ojos a las que llevan collar de perlas… ;).

Me dejé varios tipos de hombres en lo que a sexo oral se refiere, ahí van:

- El de los lametazos. Yo me lo imagino en plan perro San Bernardo.
- El que mordisquea.
- El que abre todo de par en par como si leyera un libro.
- El sobrao artista, que va presumiendo de saberlo todo sobre sexo y te perdona la vida. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”,¿no?
- El babosillo. Uuuufffff! Ni te cuento como sea de los que luego te da un beso sin usar la servilleta!
- El que absorbe y estira como si fuera un chicle. ¡Uy! ¡Madre mía!

Apareció un anónimo echando de menos la ternura… ejem… es que ese día no tocaba, este es un tema técnico y hemos dejado aparcada la ternura, otro día la retomaremos ;). Hoy tampoco hablaremos de eso, vamos a ir al lío directamente.

También me pedían por ahí mi versión del sexo oral a los hombres. ¡Uff! Es que ahí me falta mucha información, ese lo tiene que escribir un hombre y comentamos en su blog, ¡seguro que vamos todas en manada a defendernos!

Y de parte de Desclasado nos llegó el contraataque masculino. Cito textualmente una parte de su comentario: “…como siempre pretendéis, un hombre tiene qué saber no solamente qué tipo de clítoris tenéis: el vergonzoso, el hipersensible, el muérdemelo cabrón, el del gato y el ratón que juega a esconderse, el no soporto el contacto directo, el ¿cuándo coño va a ir directo al grano?, el sólo por encima del capuchón, el sólo lengua no dedo, el ay ay ay, bruto, aún no lo toques, el... Pero no sólo eso, queridas amigas, es que además como sois tan raras, al igual que nadie se baña en el mismo río, no hay igual respuesta clitoridiana en la misma mujer: que si es que no estoy aún excitada, que si el ciclo hormonal, que si no estoy muy receptiva porque como de costumbre tengo motivos para estar enfadada, que si hoy me apetece guarrísimo, que si hoy me apetece romanticón que estoy ñoña... Vale, aceptamos que somos un poco complicadas, por eso queremos telépatas ;).

Por último, salió el porno y el Cosmopolitan a relucir, por lo artificial de sobreactuar tratando de imitar a los que salen en las películas, y siguiendo los consejos de las revistas sobre cómo volver loco a tu chico en la cama. Me quedé con los deberes de preparar una entrada sobre el porno, aunque para eso tendré que documentarme previamente. Tomo nota.


Bueno, pues hecho este resumen, sigamos con el “sexo digital”, ese que se hace con el dedo (el de tu pareja, no el tuyo…). Ante el dilema del sexo digital, hay también varios tipos de hombres. Vamos allá:

1. El impaciente. Éste es el que va directo al grano, y nunca mejor dicho. Imaginémonos la situación: Acabas de empezar… nada, uno o dos minutos… y de repente, ¡lanzan la mano entre tus piernas! Lo menos que te puede pasar es que te sorprenda y te moleste, lo peor es que te duela. Si se trata de tu amante habitual, la cosa tiene delito. Suelen darse conversaciones de este tipo: Él “¡Siempre igual!”, Tú “¡Joder! ¡Pues claro! ¡Te lo digo siempre! ¡Y siempre haces lo mismo!”. Si es tu caso, entrénalo en el sexo oral y que se olvide de manualidades.

2. El manazas. Es parecido al anterior, y manipula tus partes más íntimas como si fueran un ratón (de ordenador, se entiende…). Si hace propósito de enmienda y se deja aconsejar, puede ser recuperable. Como sea del estilo “tú-qué-me-vas-a-contar-a-mí”, inténtalo con el oral, a ver si ahí hay más suerte. O mejor, cambia de amante.

3. El explorador. Este es el que se empeña en meter los dedos por el agujerito, olvidándose por completo de que tienes otra cosa bastante más sensible. Es más, muchos de ellos se empeñan en hacer hueco, como si aquello necesitara que lo ensancharan antes de la penetración. Primero un dedo, luego dos, luego tres…. Ahí es cuando te asustas y empiezas a pensar “¡¿No meterá más, verdad?!”. Pero lo peor no es eso, lo peor es que empiecen a buscarte el punto G sin tener muy claro dónde está. Y a ti, que normalmente te da igual el punto G o el H, te empieza a poner nerviosa… Y piensas… “Si yo lo que quiero es relajarme, si al ginecólogo ya fui hace poco”. Qué miedo…

4. El “despistao”. Este espécimen, tanto en su variante oral como digital, resulta inofensivo. Te produce un leve cosquilleo, pero poco más. Un consejo: si le tienes cariño y es solo para alguna que otra vez, no te esfuerces, que le enseñe otra (¡Ah! Se siente…). Si te interesa de verdad, se impone un cursillo intensivo, con el tiempo puede llegar a sorprenderte.

5. El alumno. Es aquél con verdadero interés por aprender, lo cual de entrada te ayuda a relajarte, porque te evita el estrés ese de ”le molestará que le diga…”. No le importa preguntar (algo altamente extraño en un hombre), y no le molestan tus sugerencias. Para ser un buen alumno se impone que haya una relación seria, de lo contrario lo normal es que el tío pase, para qué nos vamos a engañar.

6. El maestro. Este es el equivalente al telépata, pero en el campo digital. No se le puede considerar telépata porque no se guía únicamente por el oído y la intuición. No hay que olvidar que puede usar también otras técnicas amorosas de forma simultánea (besos, abrazos, palabras…), y eso le da ventaja respecto a su homólogo oral. Si además sabe escuchar (cosa difícil en un hombre, jeje) y se deja guiar por su compañera, puede ser la bomba. Una condición imprescindible para ser un maestro es disfrutar con tu trabajo, de hecho no debe considerarlo un trabajo, sino parte de su propio placer. Si lo ve como un paso previo necesario para algo más, mal vamos: podrá ser bueno, pero seguirá siendo un alumno el resto de sus días.

Una peculiaridad del maestro es que suele plantearse retos, ya que le pica la curiosidad. No hay que olvidar que la mujer en sí misma es un misterio, ¡no digamos ya su sexualidad! El maestro aprovecha para investigar: condiciones para un orgasmo múltiple, duración e intensidad del mismo, ¿existe la eyaculación femenina, o es un mito, como el del Yeti?... Avanzar en la resolución de estos enigmas le estimula y aumenta su autoestima de macho, de ahí el interés. Si encuentras a uno de estos, habrá que hacer un sacrificio, ¿no? Todo sea por la ciencia… Un consejo: ¡¡¡haz lo posible por convertirlo en tu marido!!!


REGLAS DE ORO: Ten siempre a mano lubricante, y (atención… esto es muy importante… es “la clave”, o al menos una de ellas): ¡NO PARES HASTA QUE ELLA TE LO DIGA! No hay nada peor que “que te venga”, y dejen de estimularte, porque esto no es como lo de eyacular, no no no, nada de eso, aquí paras, y es como apagar el fuego, deja de hervir. Hay que bajar el gas, pero mantenerlo. ¿Cuánto tiempo? No se sabe… un día puede ser 1 min, otro 5, otro 3, otro 10, otro tienes que parar al cabo de 2 y empezar otra vez después de 20 segundos… Sí, muy complicado, pero no se os pide que adivinéis, es fácil. Paras cuando te lo digan, ya está. Además, las órdenes suelen ser muy claras: “¡Para, para, para!”, “¡Sigue!”, “¡Ahí, ahí!”,…, ¡Vamos, más fácil imposible! No hace falta ser creativo, solo hay que ser obediente, e ir pensando en lo que viene después! :).

El caso es que con una preparación adecuada no hay mujer que se resista, garantizado. Y como le añadas unos mimitos y algún cariñito, ¡¡¡bueeeenoooo!!! Te convertirás en “El Rey”… y no del mambo, precisamente. Ya tenéis aquí una forma de controlarnos, aparte de los masajes, ya no necesitáis este mando. ¡Ay! ¡Los masajes…! (Suspiro…) :D

Todo esto me hace pensar en otro tema… el orgasmo femenino… Buf!!! Este es muy duro, lo dejaremos para más adelante, si es que me inspiro lo suficiente.